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Lo que todo líder debería aprender de los directores de orquesta

23 de Junio de 2014.

Conocí a Ricardo por esas casualidades de la vida que uno no entiende bien por qué pasan, pero agradece que pasen. Ricardo es músico y dirige EnVivo, una compañía que se dedica a mejorar las relaciones y los procesos de comunicación en las empresas, entrenando a las personas a través de novedosas técnicas que incluyen la música y la improvisación teatral, dándole al trabajo esa urgente dosis de pasión y diversión.

Ricardo es de los muchos que quiere transformar el mundo, pero de los pocos que está haciendo algo al respecto. Es por eso que le pedí que nos compartiera este artículo que describe magistralmente esas virtudes que tiene un músico y director de orquesta para crear armonía y sentido de unidad, donde el todo hace irrelevante la individualidad, o como decía el gran periodista Camilo Durán Casas: “Lo que hace un collar no son las perlas sino el hilo”. Este es el verdadero rol de un líder. Que lo disfrute. 

La trayectoria como gestor cultural, más específicamente en el área de la música, me ha dado la posibilidad de darme cuenta de la estrecha relación que existe entre la música y la manera de dirigir empresas. Muchas veces se ha escrito acerca de la analogía que existe entre dirigir organizaciones y dirigir orquestas y de cómo el director de una orquesta sinfónica o filarmónica, puede ser tomado como ejemplo para la gerencia de empresas; al fin y al cabo, ellos son gerentes y de qué manera.

    En nuestra profesión, uno puede ser muy brillante y adquirir una maestría técnica absoluta. Sin embargo, en última instancia, como ser humano” – Herbert Von Karajan (1908-1989), dirigió la Orquesta Filarmónica de Berlín por 35 años.

Pero, ¿qué tanto de eso lo hemos llevado a la práctica más allá de asistir a seminarios o conferencias donde eximios directores de orquesta dictan charlas “gerenciales” y manifiestan la manera de cómo ellos logran que sus orquestas suenen como suenan?

Cuando dictaba clases de Administración en la Escuela de Negocios de la Universidad Sergio Arboleda en Bogotá, fuimos un poco más allá de eso: la aprendimos haciendo música; primero, viendo videos donde a partir de analizar el desempeño de una orquesta sinfónica, por ejemplo, los alumnos descifraban el concepto general de la administración; luego, interactuando con músicos en vivo y después, los estudiantes haciendo y viviendo la música. Todo aquello estableciendo las analogías pertinentes para entender el concepto de proceso administrativo a partir del entorno musical; ¿cuál es el fin? Despertar en ellos la sensibilidad como seres humanos que son, a través de la música, y encontrar nuevas maneras de aprender haciendo y divirtiéndose por medio de procesos creativos que tan escasos estuvieron durante nuestras etapas de recepción de conocimiento.

La terminología musical de las organizaciones

En las empresas hoy en día se habla en términos musicales todo el tiempo: la armonía de los objetivos, llevar el ritmo de la organización, manejar los tiempos del proyecto, la sintonía entre los miembros del equipo, etcétera; eso, sin contar el poder que ejerce la música en el ambiente de las organizaciones pues todo lo que en ellas pasa tiene que ver con música; esta nos lleva y nos trae a través de estados emocionales pues esa termina siendo su función, generar emociones unas más fuertes que otras y con diferentes manifestaciones en unos que en otros: percibimos el mundo a través de lo que sentimos, vemos y oímos.

Edgar Veresé, compositor francés, dijo acerca de la música: “La música es sonido organizado”. ¿Y qué vienen siendo las empresas?. Según Hellriegel, Jackson y Slocum: “una empresa es un grupo coordinado de personas que funciona para lograr una meta particular”; en otras palabras, podría ser un grupo de personas organizadas, donde entre la música y las empresas, existe una estrecha relación desde la definición misma de cada una.

Daniel Levittin, autor del libro “Tu cerebro y la música”, manifiesta en esta obra: “La música es sonido organizado, pero la organización tiene que incluir algún elemento inesperado porque si no es plana y robótica”; esto, haciendo referencia a la capacidad del cerebro de manejar las expectativas. Según Levitin: “Las notas, como se despliegan secuencialmente, nos inducen (a nuestros cerebros y nuestras mentes), a hacer predicciones sobre lo que vendrá a continuación”; en ese orden de ideas, todos los seres humanos somos capaces de hacer y entender la música. Benjamin Zander en su conferencia de TED, El poder transformador de la música clásica y Bobby McFerrin durante la conferencia “Notas y Neuronas” en el marco del World Science Festival 2009 lo demuestran contundentemente.

Las escuelas matan la creatividad

La habilidad del compositor o el autor de violar las expectativas, generará un nivel de atención más alto pues las cosas nuevas siempre serán bien recibidas por nuestro cerebro así terminen no gustándonos; eso mismo podría aplicar para el director o gerente. Valdría la pena analizar esa posibilidad de ser creativos para violar las expectativas entendiendo la creatividad como “el proceso de tener ideas originales que tienen valor” (Ken Robinson: Las escuelas matan la creatividad).

¿Qué hace que la gran mayoría de personas sienta que la música sólo la hacen los nacidos para eso y que ellas claramente no lo son, tanto, que ven a lo músicos y directores de orquesta como seres superdotados cuando todos somos exactamente iguales?

Es factible que la respuesta esté en la manera en cómo fuimos educados desde niños; estos, sin excepción, están llenos de talento y por supuesto de creatividad; sólo que por nuestro proceso educativo, centrado más en desarrollar una habilidad intelectual para solucionar problemas que en una integral para desarrollar nuestro talento, esta creatividad ha ido disminuyendo, al punto que se pierde totalmente la capacidad de equivocarse, elemento fundamental de todo proceso creativo. De esta manera, las habilidades que de niño mostramos con respecto a algo, de adultos no son reconocidas. Ken Robinson manifiesta al respecto: “Somos educados para perder la creatividad”.

La creatividad es muy importante en la educación hoy en día, y ahí es cuando la música tiene un papel preponderante en el desarrollo de la creatividad empresarial mucho más allá de sólo disfrutarla como escuchas o de pensar que esa es labor de otros que sí tienen esa sensibilidad (como si no la tuviéramos todos).

La capacidad de transmitir emociones

Como una estrategia creativa podríamos revisar qué tipo de habilidades o competencias llegan a desarrollar los grandes directores de orquesta o los grandes intérpretes de la música que puedan ser llevados al plano del liderazgo social o empresarial. Alfred Brendel, pianista de origen austriaco-checo, manifiesta que “no piensa en notas cuando está en el escenario; piensa en crear una experiencia”. Los gerentes pueden desarrollar esa habilidad de crear experiencias, más que sólo centrarse en solucionar problemas.

En mi condición de músico, estoy alineado con lo que plantean muchos artistas y directores y que Levitin transcribe en su obra sobre el cerebro: “La esencia de la interpretación musical es ser capaz de transmitir emociones”, y de eso se trata ser líder.

Leonard Bernstein sacó una conclusión acerca de su trabajo, que se ajusta bien a esta parte del artículo: “Nada existe, salvo lo que se pueda compartir”. Para este director, lo que lo llevó a sentir el amor por la dirección de orquesta es que “ama a los músicos a los que dirige y ama a la gente para la que ellos tocan”. No sé si amar sea una competencia a desarrollar pero sí sé que es un sentimiento que tiene que aflorar en todas las instancias gerenciales junto con la generosidad; la pasión por lo que se hace debe hacerse sentir, ver y oír en cada uno de las personas a las que se está dirigiendo cada minuto en un esquema 7 por 24 (siete dias a la semana, 24 horas al día).

Un director de orquesta empodera

El empoderamiento es una competencia muy marcada en el ambiente de la dirección de orquesta y por supuesto en el ambiente de las organizaciones. Benjamin Zander, despues de más de 20 años de dirigir orquestas, descubrió lo que parecía obvio pero no se había dado cuenta, acerca de la dirección: “El director de la orquesta no emite ni una sola nota; el poder del director proviene de su habilidad para dar poder a otras personas”. Cuando un líder se pregunta acerca de cómo dar ese poder a los miembros de su organización y que todos obtengan el resultado (y encuentre la respuesta), la empresa que dirige, tendrá mayores posibilidades.

Karl Böhm, en la obra de Matheopolus, tiene una visión cercana a esta con respecto a la dirección: “No hay que asfixiarlos sino permitirles participar en el momento de hacer música no como subordinados sino como iguales”. Carlos Giulini, en el mismo documento, aporta lo siguiente: “El cometido no es decir a los músicos lo que hay que hacer sino hacer música con ellos”; y para Von Karajan, “debes dirigir la orquesta hasta el momento en que percibes que ellos son uno contigo; entonces, en lugar de ser tú quien dirige la orquesta, es la orquesta la que te conduce a ti”.

Toda empresa tiene su groove

Si miráramos a la empresa como una orquesta, estaría bien preguntarse ¿qué tipo de música nos gustaría tocar con ella que nos apasione tanto que no quisiéramos abandonarla jamás, donde todos sonamos afinados y donde nos reconocen y valoran lo que hacemos en conjunto? Hemos hablado de grandes directores de orquesta que dirigen música erudita pero la música tiene cabida en todos los géneros; luego la música no está dada por ni para unos pocos: es para todo el mundo.

En la música y, sobretodo en la de origen funk o soul, se usa un término muy característico: el Groove; aunque tiene varias interpretaciones, me quedo con la que Daniel Levitin escribió: “Es esa cualidad que mueve la canción hacia adelante, el equivalente musical a un libro que no puedes dejar de leer y se relacionan con un intérprete determinado”. Continuando en el plano gerencial, el groove viene siendo algo así como el Know-How y que no se puede generalizar pues no se puede encasillar debajo de la sombra de un estilo general definido pues estaríamos limitando las posibilidades de ejercer el liderazgo de la misma manera como se hace la música.

En esas condiciones también valdría la pena preguntarse como gerentes: ¿cuál es el groove de la organización, ese que hace que tanto empleados como clientes quieran no separarse nunca de él?

Será bueno entonces comenzar a pensar en tener más músicos en nuestras empresas que nos ayuden a marcar el compás y el tiempo de los negocios, a través de incentivar la creatividad más allá de tener a un grupo de talentosos artistas permitiéndonos la diversión en una fiesta de fin de año.

Fuente: www.bienpensado.com

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